TALLERES PARA DESARROLLAR LA CREATIVIDAD
DESDE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL PARA EL EMPLEADO Y SU
FAMILIARES DEL GCBA.
Aspectos
neuroanatómicos y psicológicos de la inteligencia emocional:
La
emoción es un estado de ánimo que se caracteriza por una conmoción orgánica,
producto de una situación externa, y que puede traducirse en gestos, risa,
llanto.
La
palabra emoción significa moverse en latín. Es lo que hace que nos acerquemos o
nos alejemos a una determinada persona o circunstancia. Por lo tanto, la
emoción es una tendencia a actuar, y se activa con frecuencia por alguna de
nuestras impresiones grabadas en el cerebro, o por medio de los pensamientos
cognoscitivos, lo que provoca un determinado estado fisiológico en el cuerpo
humano.
Nuevas
investigaciones cerebrales sugieren que la verdadera medida de la inteligencia
humana no es el C.I sino las emociones.
El
avance en la investigación de las funciones del cerebro y de sus respectivas
conexiones neuronales, ha permitido un mejor conocimiento de su interacción con
las diferentes estructuras y áreas cerebrales que gobiernan nuestros estados de
ánimo.
Goleman
afirma que existe toda una ventana neurológica de oportunidad, puesto que el
circuito prefrontal del cerebro que regula cómo actuamos con respecto a lo que
sentimos probablemente no madura hasta la mitad de la adolescencia.
La
IE considera que los impulsos son la energía de nuestras emociones que intentan
expresarse en la acción. Quienes están a merced de sus impulsos y no saben
controlarlos muestran una débil voluntad, y viven interiormente perturbados.
La
IE parte del supuesto de que la herencia genética nos ha dotado de unas
sensaciones emocionales que determinan en parte nuestro temperamento. No
obstante, las funciones cerebrales relacionadas con la actividad emocional, son
tan flexibles y adaptables que permiten superar los defectos de nuestra
voluntad y mejorar nuestro carácter.
Nuestras
emociones se integran en el sistema nervioso en forma de tendencias
automáticas. Es así, que nuestras decisiones y nuestras acciones dependen tanto
de nuestros sentimientos como de nuestros pensamientos. Nuestras reacciones
ante determinadas situaciones, no son solo fruto de un juicio racional, sino
también de emociones en forma de impulsos de acción automática.
Cada
emoción dispone al cuerpo a un tipo distinto de respuestas fisiológicas, tanto
la respiración como el tono muscular, el pulso cardíaco, la presión arterial,
la postura, los movimientos y las expresiones faciales y las pautas fisiológicas o musculares
habituales comienzan a determinar por sí mismas los estados anímicos, por
ejemplo, en el caso del miedo, la sangre se retira del rostro, lo que explica
la palidez y la sensación de quedarse frío y fluye a la musculatura esquelética
larga —como las piernas, por ejemplo- favoreciendo así la huida. Al mismo
tiempo, el cuerpo parece paralizarse, aunque sólo sea un instante, para
calibrar, tal vez, si el hecho de ocultarse pudiera ser una respuesta más
adecuada. Las conexiones nerviosas de los centros emocionales del cerebro
desencadenan también una respuesta hormonal que pone al cuerpo en estado de
alerta general, sumiéndolo en la inquietud y predisponiéndolo para la acción,
mientras la atención se fija en la amenaza inmediata con el fin de evaluar la respuesta
más apropiada.
Mientras
tanto, la felicidad consiste en el aumento en la actividad de un centro
cerebral que se encarga de inhibir los sentimientos negativos y de aquietar los
estados que generan preocupación, al mismo tiempo que aumenta el caudal de
energía disponible. En este caso no hay un cambio fisiológico especial salvo,
quizás, una sensación de tranquilidad que hace que el cuerpo se recupere más
rápidamente de la excitación biológica provocada por las emociones
perturbadoras. Esta condición proporciona al cuerpo un reposo, un entusiasmo y
una disponibilidad para afrontar cualquier tarea que se esté llevando a cabo y
fomentar también, de este modo, la consecución de una amplia variedad de
objetivos.
Estas
predisposiciones biológicas a la acción son moderadas por nuestras experiencias
vitales y por el medio cultural, por ejemplo, la pérdida de un ser querido
produce tristeza y aflicción, pero la forma en que expresamos esa aflicción es
moldeada por nuestra cultura, por ejemplo, cada cultura tiene una categoría
diferente de seres queridos por los cuales llorar.
El
modelo de la IE afirma que tenemos por un lado una mente racional, que es la
capacidad consciente de pensar, deliberar y reflexionar, y por otro lado una
mente emocional que es más impulsiva e influyente que la mente racional.
La
IE destaca la perenne y fecunda tensión entre estas dos mentes, aunque a menudo
están coordinadas, en este caso la clase de reacción a una situación dada es de
tipo lenta y gracias a esta coordinación es que podemos apreciar, por ejemplo,
cuando entramos a un local si las personas que le esperan lo hacen con agrado o
no. En esta clase de reacción primero tiene lugar el pensamiento para conducir
al sentimiento, por tanto la cognición juega papel clave en la determinación de
qué emociones serán provocadas, es decir, después que hacemos una evaluación es
que se produce una respuesta emocional adecuada.
Pero
cuando de forma desbordada irrumpen las pasiones, el equilibrio puede romperse
y la mente emocional puede bloquear y paralizar a la mente racional provocando
una reacción de tipo rápida. Este rápido modo de percepción asimila las cosas
de inmediato, como un todo, reaccionando sin tomarse el tiempo necesario para
un análisis reflexivo, también los elementos vividos pueden determinar esa
impresión.
Charles
Darwin fue el primer científico en señalar que las emociones se han
desarrollado, en su origen, para preparar a los animales para la acción, en
especial en una situación de emergencia. Esta clase de reacción nos impulsa a
responder a acontecimientos urgentes sin perder tiempo, evaluando si debemos
responder o cómo debemos responder. El sentimiento precede o existe
simultáneamente con el pensamiento. En la evolución ésta rapidez giró en torno
a decisiones de supervivencia, por ejemplo, si un excursionista en un camino ve
por el rabillo del ojo una forma larga y curvilínea en el suelo, él saltará
fuera del camino antes de darse cuenta de que era solo un palo con forma de
culebra. Luego, se calmará. Su neocorteza recibirá el mensaje unos milisegundos
después de su amígdala y regulará su respuesta primitiva. Sin estos reflejos
emocionales, que son raramente conscientes pero terriblemente poderosos, nos
sería muy difícil funcionar.
Para
la comprensión de lo anterior se debe tener presente que los elementos de una
emoción son tres:
1) Una situación, que genera sentimientos, ideas
o recuerdos.
2) El estado de ánimo consiguiente.
3) La conmoción orgánica expresada en gestos,
actitudes, risa...
Significado
de las emociones en las Empresas, Organismos del Estado, etc.
Es
necesario, antes de adentrarnos en el papel que juegan las emociones en una
empresa, destacar que existe dentro de esta un término que es necesario
analizar con el tema que nos ocupa, y es el relacionado con la inteligencia
organizacional.
Llamada
indistintamente inteligencia corporativa o inteligencia empresarial, Orozco un
destacado autor cubano, estudioso del tema, define con un concepto muy completo
a la inteligencia empresarial y precisa que es: una herramienta gerencial cuya
función es facilitar a las administraciones el cumplimiento de la misión de sus
organizaciones, mediante el análisis de la información relativa a su negocio y
su entorno; agrega además que desde el punto de vista del manejo de la
información, ella compila, reúne y analiza datos e información, cuyo resultado
disemina en la organización, todo lo cual permite obtener de modo sistemático y
organizado, información relevante sobre el ambiente externo y las condiciones
internas de la organización, para la toma de decisiones y la orientación
estratégica. Asimismo describe o prevé hechos y procesos tecnológicos, de
mercado, sociales y presenta tendencias. De igual modo usa bases de datos,
redes, información de archivos, herramientas informáticas y matemáticas y todo
lo necesario para captar, evaluar, validar, analizar información y llegar a
conclusiones. (2)
La
inteligencia organizacional es la capacidad de una organización para tomar
decisiones efectivas, como resultado del conocimiento adquirido y el
conocimiento generado, a partir de la información interna (procedente de los
recursos humanos, los procesos, los productos, etc.) e información externa
(análisis de tendencias, clientes, competidores). Por tanto, la inteligencia
organizacional, es la capacidad intelectual de las organizaciones, que no es
precisamente la unión de varias personas inteligentes, soportadas sobre las
tecnologías más avanzadas disponibles para realizar sus funciones, sino que en
ella, el conocimiento individual se gestiona, comparte y regenera en un nuevo
conocimiento de carácter organizacional.
Es
válido apuntar que una organización "colmada de inteligencias
aisladas" puede ser menos inteligente que otra, con individuos de un menor
coeficiente de inteligencia, cuyas decisiones sean inteligentes. Veamos
entonces la relación entre ambas inteligencias. Muchas personas parecen ser
inteligentes por su manera de hablar y actuar, sin embargo, no son capaces de
resolver fácilmente los problemas de la vida diaria. Una persona inteligente
presenta, una habilidad excepcional para captar hasta la información más
compleja del mundo exterior; otra para responder apropiadamente a esa
información, y por último, la habilidad para aprender rápidamente. De acuerdo
con estos aspectos, los individuos tienen diferentes grados de inteligencia y
en este sentido también las organizaciones ostentan diferentes grados de
inteligencia. (2)
Por
tanto, el hombre es el principal recurso en una organización y la expresión de
la inteligencia corporativa depende de la inteligencia humana.
Ahora,
en busca del éxito que necesita todo trabajador y que repercuta
significativamente en los objetivos organizacionales, quedó demostrado por
Goleman que la superioridad técnica e intelectual tiene poca importancia.
Diferentes
autores han abordado el tema de la inteligencia emocional en la empresa, sin
embargo, los hallazgos encontrados por Daniel Goleman son los más aceptados y
con los que particularmente comparto. Por eso, en toda la explicación siguiente
me apoyo en este autor.
Según
este investigador, su primer libro tuvo mucha acogida en la comunidad
empresarial, inmediatamente empezó a recibir numerosas solicitudes de
conferencias, consultas e intercambios de diferentes tipos de organizaciones.
Esa demanda inusitada lo llevó a realizar una investigación de dos años, como
parte de la cual encargó a firmas consultoras y especialistas nuevos análisis
científicos de datos de cientos de empresas. Uno de los descubrimientos que
obtuvo fue que "...el CI ocupa el segundo puesto, por debajo de la
inteligencia emocional, para un desempeño laboral sobresaliente...". En
base a estos resultados, de más de 500 empresas, Goleman escribió el libro "Inteligencia
emocional en la empresa".
En
una entrevista realizada en 1999 a este famoso ex_ periodista del The New York
Times, en Argentina, donde lazaría en una feria su expléndido libro *
inteligencia emocional en la empresa*, afirmó que: la aptitud emocional es algo
así como una metahabilidad, que determina cómo podemos utilizar cualquier otro
talento, incluido el intelecto, lo cual es cierto, no existe conducta humano
sin que esté presente una emoción, y el manejo positivo de las mismas facilta
en gran medida el éxito en las tareas que emprendemos.
Las
emociones y los estados de ánimo son fuertemente contagiosos dentro de una
empresa y de ese tono anímico que se difunde por la empresa depende una parte
considerable de su éxito o fracaso. Algunos estudios han llegado a cuantificar
los mayores ingresos que un negocio del sector servicios puede obtener gracias
a un buen clima emocional entre sus empleados. Goleman afirma: los ingresos de
una empresa crecen un 2 % por cada 1% de mejora en ese ambiente emocional y que
el clima de una empresa depende hasta en un 70% de las acciones de su líder.
Con
este enfoque, más centrado en el mundo empresarial y gerencial, Goleman destaca
que "La aptitud emocional es importante sobre todo en el liderazgo, papel
cuya esencia es lograr que otros ejecuten sus respectivos trabajos con más
efectividad. La ineptitud de los líderes reduce el desempeño de todos: hace que
se malgaste el tiempo, crea asperezas, corroe la motivación y la dedicación al
trabajo, acumula hostilidad y apatía. Asegura este norteamericano, que un
directivo que logre aplicar con eficiencia dichas habilidades, logra influir
entre un cincuenta y un setenta por ciento en el clima organizacional de la
empresa.
Otro
libro escrito por este excelente investigador fue, “El líder resonante crea
más", en el que plantea que los grandes líderes son personas que saben
manejar sus emociones, que la principal misión de estos es la de alentar,
persuadir, motivar, escuchar y alentar la resonancia. Ciertamente el nuevo
modelo por el que aboga el liderazgo de este siglo debe tener en cuenta los
aspectos emocionales. El liderazgo no debe apoyarse tanto en la autoridad como
en el arte de las relaciones.
Para
el autor del libro " La inteligencia Emocional", los dirigentes que
no tienen éxito soportan mal la presión de trabajo y generalmente están de mal
humor y con ataques de cólera, mientras que los triunfadores son empáticos,
serviles y respetuosos, tanto con sus subordinados como con sus jefes.
La
falta de inteligencia emocional puede repercutir
de forma negativa en las personas e incluso arruinar sus carreras
profesionales. Es preciso aclarar que este tipo de inteligencia no se establece
al nacer, se crea y se alimenta con el desarrollo de nuestras vidas.
El
que dirige debe ser capaz de manejar situaciones complejas de relaciones y
comportamientos humanos para lo cual es necesario, entre otras habilidades,
saber establecer una relación de comprensión y confianza entre la gente que
dirige, saber escuchar, ser capaz de persuadir en forma convincente, y de
generar entusiasmo y compromiso en la gente.
Pero,
para lograr esto, es necesario que antes sea capaz de identificar su estado de
ánimo, conocer sus fortalezas y debilidades, para explotar las primeras y
neutralizar las segundas, controlar sus emociones y ser capaz de motivarse con
lo que hace. Si uno no es capaz de sentir entusiasmo por lo que hace,
difícilmente podrá generar entusiasmo en los que lo rodean. Cuentan que León
Tolstoi, el famoso escritor ruso, dijo en una ocasión "La felicidad no
está en hacer lo que uno quiere, sino en querer lo que uno hace".
Tras
estudiar cientos de empresas, Goleman llegó a la conclusión de que las
habilidades de inteligencia emocional aumentan cuando más se asciende en la
organización. Cuanto más alto sea el puesto, menos importantes resultan las
habilidades técnicas y mas importantes son las aptitudes de la inteligencia
emocional.
Este
científico reconoce que algunos puestos de trabajo, como los de dirección,
requieren de al menos un mínimo de conocimientos para garantizar cierto
desempeño, sin llegar a la excelencia, pero que el mayor porciento de factores
para lograr el éxito en la tarea corresponde a factores emocionales y de forma
particular a lo que él llama competencias emocionales. Se plantea que los
profesionales más brillantes además de su propia inteligencia académica, son
hábiles a la hora de reconocer sus propios sentimientos y los de los demás. Son
capaces de controlar sus estados de ánimo, impulsos y recursos internos.
Los
componentes de la inteligencia emocional, separadamente, han estado presente
desde hace años en las ofertas de programas de capacitación de directivos. Un
análisis de estos componentes, con un enfoque en sistema, que es el aporte que
hacen los especialistas en inteligencia emocional, permite identificar
comportamientos y aptitudes que pueden propiciar un liderazgo efectivo y
constituir una herramienta muy útil para la conducción de grupos de personas y
de procesos organizacionales. Sin embargo, en los primeros libros publicados
sobre el tema, a mediados de los años noventa, no prevalecía este enfoque.
Las
habilidades emocionales rara vez aparecen aisladas y para que un individuo
alcance una actuación notable en el
trabajo o en la sociedad necesita dominar y aplicar un amplio número de
competencias emocionales, definidas estas como el grado de destrezas que somos
capaces de alcanzar en el dominio de nuestras facultades, tanto sensitivas como
intelectuales. La Competencia Emocional en sí es la muestra de hasta qué punto
una persona ha sabido y ha podido trasladar ese potencial a las acciones de su
vida cotidiana.
"La
Inteligencia Emocional comprende una serie de habilidades que el Dr. Daniel
Goleman caracteriza como genéricas, jerárquicas e interdependientes. En otras palabras,
cada una requiere de las otras para desarrollarse, se sirven de base unas a
otras y son necesarias en distintos grados según los tipos de trabajo y las
tareas que se cumplan."
Esencialmente,
la Inteligencia Emocional proporciona a las personas capacidad y habilidad para
regular sus fuerzas e impulsos emocionales contraproducentes, muchos de ellos
inconscientes, los cuales boicotean sus relaciones (personales, familiares,
sociales) y calidad de vida.
Reconoce
que una persona posee una inteligencia emocional determinada por cualidades
como: autocontrol, empatía, entusiasmo, persistencia, motivación, destreza,
autoconciencia y confianza.
Es
decir que para alcanzar cierta inteligencia emocional no solo es preciso
conocer que se necesita para ello, se extiende mas allá de esto, es necesario
ponerlas en práctica en aras de lograr determinadas competencias emocionales.
Las
personas que muestran una buena competencia emocional, disfrutan de una
situación ventajosa en los diversos dominios y dimensiones de la vida, por ello
se siente más satisfechos consigo mismo y resultan más eficaces en las tareas
que emprenden.
Por
consiguiente las emociones determinan, el nivel de rendimiento de que somos
capaces, en estado de equilibrio o desequilibrio emocional, así como determinan
qué tipo de relación mantendremos con nuestros subordinados (liderazgo), con
nuestros superiores (adaptabilidad) o con nuestros pares (trabajo en equipo).
Las emociones determinan cómo respondemos, nos comunicamos, nos comportamos y
funcionamos en el trabajo y/o la empresa.
En
su libro, "Trabajando con inteligencia emocional", Goleman identifica
las competencias que dependen de los estados de ánimo y que determinan un
desempeño exitoso en el trabajo. Se trata de 25 habilidades que se derivan de
cinco áreas -autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y habilidades
sociales- de la teoría formulada por Salovey y Mayer (1990).
Estas
capacidades son:
Área
1. Autoconciencia (implica reconocer los propios estados de ánimo, los recursos
y las intuiciones):
Conciencia
emocional: identificar las propias emociones y sus posibles efectos.
Correcta
autovaloración: conocer las fortalezas y limitaciones propias.
Autoconfianza:
un fuerte sentido del valor y capacidad propia.
Área
2. Autorregulación (manejo de los propios estados de ánimo, impulsos y
recursos):
Autocontrol:
mantener vigiladas las emociones y los impulsos.
Confiabilidad:
mantener estándares adecuados de honestidad e integridad.
Conciencia
(compromiso consigo mismo): asumir las responsabilidades del propio desempeño
laboral.
Adaptabilidad:
flexibilidad en el manejo de las situaciones de cambio.
Innovación:
sentirse cómodo con la nueva información, las nuevas ideas y las nuevas
situaciones.
Área
3. Motivación (intensidad y dirección de las emociones que guían o facilitan el
cumplimiento de las metas establecidas):
Impulso
hacia el logro: esfuerzo por mejorar o alcanzar un estándar de excelencia
laboral.
Compromiso:
alinearse con las metas del grupo u organización.
Iniciativa:
disponibilidad para reaccionar ante las oportunidades.
Optimismo:
persistencia en la consecución de los objetivos, a pesar de los obstáculos y
retrocesos que puedan presentarse.
Área
4. Empatía (conciencia de los sentimientos, necesidades y preocupaciones de los
otros):
-
Comprensión de los otros: percibir los sentimientos y perspectivas de los
compañeros de trabajo.
-
Desarrollo de los otros: estar atentos a las necesidades de desarrollo de los
otros y reforzar sus habilidades.
-
Servicio de orientación: anticipar, reconocer y satisfacer las necesidades
reales del cliente.
-
Diversificación: cultivar las oportunidades laborales en los distintos tipos de
personas.
-
Conciencia política: ser capaz de captar y comprender las corrientes
emocionales del grupo, así como el poder de las relaciones entre sus miembros.
Área
5. Habilidades sociales (inducir respuestas deseadas en los otros):
Influencia:
idear y realizar adecuadamente tácticas efectivas de persuasión.
Comunicación:
saber escuchar abiertamente al resto y elaborar mensajes convincentes.
Manejo
de conflictos: saber negociar y resolver los desacuerdos que se presenten
dentro del equipo de trabajo.
Liderazgo:
capacidad de inspirar y guiar a los individuos y al grupo en su conjunto.
Catalizar
el cambio: iniciador o administrador de las situaciones nuevas.
Construir
lazos: alimentar y reforzar las relaciones interpersonales dentro del grupo.
Colaborar
y cooperar: trabajar con otros para alcanzar metas compartidas.
Trabajar
en equipo: ser capaz de crear sinergia para la consecución de metas colectivas.
Estas
competencias emocionales se concretan en cinco habilidades esenciales a
desarrollar, ellas son:
Autoconciencia.
Autocontrol.
Motivación.
Empatía.
Habilidades
sociales.
La
capacidad de conocimiento de uno mismo nos capacita para establecer contacto
con los propios sentimientos, diferenciarlos entre ellos con objeto de orientar
nuestra conducta. Esta capacidad de reconocer nuestros sentimientos es la
piedra angular de la IE. Su verificación se obtiene mediante la introspección
subjetiva que nos permite seguir con atención nuestros sentimientos. Las
personas que poseen una mayor comprensión y una más clara certeza de sus
emociones saben dirigir mejor sus propias vidas.
La
conciencia de uno mismo es una habilidad que nos permite controlar nuestros
sentimientos y adecuarlos a las circunstancias del momento. Hay que tener la
habilidad para saber tranquilizarse y desembarazarse de la ansiedad, de la
tristeza o la irritabilidad. Las personas que carecen de estas habilidad, se
enfrentan constantemente con tensiones desagradables que desestabilizan y
atormentan su estado interior. Quienes tienen esta habilidad se recuperan más
rápido de los reveses de la vida.
El
autocontrol emocional nos da la capacidad de demorar la gratificación
momentánea y sofocar la agresiva impulsividad. Este dominio y gobierno propio
nos hace más productivos y eficaces en las empresas que acometemos.
La
motivación y emoción tienen la misma raíz latina, MOTERE, que significa
MOVERSE’ . La motivación es una fuerza que nos impulsa, nos da energía para
emprender las metas que nos propongamos.
En
todos los órdenes de la vida la motivación es la clave de cualquier logro y
progreso.
Pero
en la vida laboral, hoy es la esencia del éxito. A tal punto que uno de los más
grandes dirigentes empresarios de este siglo, Lee Iaccocca, expresó en una
ocasión :
"nada
hay mas importante en la gestión empresarial como el saber motivar a la gente,
una motivación vale por diez amenazas, dos presiones y seis memorandos".
Para
mejorar la auto motivación, es necesario pensar que se es capaz para encontrar
distintas salidas a un problema, sentir que se posee la capacidad y energía
necesaria para realizar una determinada tarea. Hay que estar seguros de las
propias posibilidades y pensar que lo que se está haciendo supone un desarrollo
personal y un afán de superación.
Otra
habilidad importante señalada por la IE es la Empatía, una de las destrezas de
don de gente, como lo son también la bondad, la habilidad para entender una
situación social, por ejemplo. La empatía puede definirse como la posesión de
sensibilidad psíquica para detectar las señales externas que nos indican lo que
necesitan o quieren los demás. Esta habilidad emocional es esencial para las
relaciones sociales y el mundo laboral. Es idónea para el liderazgo y la
eficacia en los contactos interpersonales.
La
empatía puede desarrollarse si se pone especial interés en comprender e
interpretar los canales de comunicación no verbal que acompañan a toda
comunicación. Fijarse en el tono de voz, en los gestos, en las expresiones
corporales y faciales de los demás ayuda a intuir cómo se sienten realmente.
Hay
quien es diestro para controlar sus propios sentimientos, pero en cambio es
inepto para adivinar los trastornos emocionales ajenos. Las lagunas de nuestra
habilidad emocional pueden superarse mediante el esfuerzo y el positivo interés
por nuestros colaboradores.
Las
habilidades sociales junto con la empatía, hace referencia a la capacidad de
las personas para manejar las relaciones con los demás y conducirlos hacia la
dirección que se desee ya sea buscando un acuerdo o un entusiasmo frente a un
producto o servicio.
Todas
las personas necesitan sentirse parte de un grupo, pero para muchas, el hecho
de entrar en contacto con otros es un verdadero problema. Para tener éxito en
el intento, lo primero es observar al grupo. Conocer sus aficiones, lo que les
une, cómo se comportan cuando están juntos y procurar imitarlo, para no quedar
fuera de lugar. Hablando con los demás y disfrutando con las mismas actividades
se van creando lazos.
Al
dirigir un grupo, deben combinarse de la mejor manera los cinco elementos de la
Inteligencia Emocional. Sólo así el que comanda al grupo será un líder
sobresaliente.
Por
ejemplo, un concepto erróneo muy extendido es considerar a los conflictos
siempre de manera negativa. Por el contrario, éstos pueden ser una experiencia
positiva, generadora de nuevas ideas o soluciones y catalizadora de cambios.
Porque el conflicto no es en sí mismo un problema, la cuestión es cómo se lo
maneja. El buen manejo del conflicto es ahorro de tiempo; aumento de la
oportunidad de hacer trabajo real. Muchos directivos pierden más tiempo
evitando o suavizando las diferencias que si hablaran abiertamente de ellas.
No
es casualidad que este sea el último componente de la Inteligencia Emocional,
ya que los demás elementos combinados dan como resultado unas mayores
Habilidades Sociales, ya sea, por ejemplo, que alguien posea una buena empatía
o una excelente motivación, lo que genera que su "brillo" se
transmita y se refleje en las personas con las que está tratando y
relacionando.
En
general, la inteligencia emocional es aquella que permite interactuar con los
demás, trabajar en grupo, tolerar situaciones difíciles y de conflicto,
fortalecer vínculos afectivos, establecer una empatía social, controlar los
impulsos y mantener niveles adecuados de humor. La carencia de las aptitudes
anteriores se denomina actualmente analfabetismo emocional.
Según
Goleman, la inteligencia emocional en el trabajo se manifiesta en disposiciones
que deben desarrollarse, tanto por los gerentes como por el personal
especializado, entre ellas se encuentran: el compromiso organizacional, las
iniciativas que estimulan el mejoramiento y la calidad en la ejecución de las
distintas tareas, los incentivos para el desarrollo de la comunicación y la
confianza entre los empleados, los distintos jefes y directivos de la empresa,
la construcción de relaciones dentro y fuera de la compañía que ofrecen una
ventaja competitiva, el incentivo de una constante colaboración, apoyo e
intercambio de fuentes y recursos, la innovación, riesgo y enfrentamiento de
cualquier situación como un equipo y la pasión por el aprendizaje y el
mejoramiento continuo.
El
estudio de las emociones pudiera parecer algo etéreo, sin embargo numerosas
investigaciones sustentan el enorme significado que tienen las emociones para
la vida de las personas.
Pero,
¿cómo podemos apropiarnos de las habilidades emocionales para bien personal y
de la empresa?. En la teoría esto es fácil de entender, pero llevarlo a la
práctica requiere del esfuerzo y compromiso de cada uno de los sujetos
implicados.
En
los Seminarios, según el origen etimológico de la palabra, las personas
adquieren información básica –con algún ejercicio práctico- respecto al origen
y al alcance de la Inteligencia Emocional, además de aprender las 5 Habilidades
Prácticas. Mientras que, en los Talleres, se aprenden en profundidad cada una
de las 5 Habilidades Prácticas, participando de las dinámicas de grupo y de los
ejercicios que acompañan el desarrollo de cada una de las Habilidades.
Los
talleres de Inteligencia Emocional serán efectivos cuando:
Los objetivos estén claros y muy bien
definidos hallándose dentro del área de la inteligencia emocional.
Sean guiados por profesionales (Operadores en
Psicología Social en equipos interdisciplinarios).
Se logre un clima de confianza, apertura y
sinceridad.
Se siga una metodología vivencial, utilizando
métodos tipo "in-door / out-door training" o juegos y experiencias
que faciliten la conexión con la realidad individual y de la empresa.
Propicien la introspección, la reflexión y la
toma de conciencia.
Conecten con las emociones y la motivación de
cada participante.
En
nuestro país, no se conoce ninguna experiencia sobre la ejecución de un taller
de Inteligencia Emocional. Aunque el tema ha logrado buenos adeptos, entre los
que me incluyo, no ha pasado del nivel teórico. Considero necesario y en
función de esta tarea me dirijo, pasar al orden práctico de manera que logremos
nuevos resultados en el infinito mundo de la inteligencia Emocional.
CONCLUSIONES:
Hoy
ya sabemos que las personas emocionalmente inteligentes son más eficaces en la
vida. Sin embargo, eso no significa que quienes no lo sean no puedan alcanzar
el éxito.
Evidentemente
no. La inteligencia emocional puede mejorar a lo largo de la vida. Con el
decursar de los años, el sujeto se desarrollará en la medida que sea, primero
que todo, más consciente de sus estados de ánimos, tenga la capacidad de
manejar emociones angustiosas, de comprender a sus semejantes y de guiar o
aconsejar a los demás por el camino más beneficioso.
Las
personas emocionalmente inteligentes son realistas respecto a las metas que se
trazan y logran un equilibrio interno, apoyándose fundamentalmente en las
fortalezas para minimizar las debilidades y amenazas. Son personas
constructivas, es decir, son capaces de aprovechar lo que se les ofrece,
superando todos los obstáculos que se le presentan. Es oportuno destacar que no
se trata reprimir el sentimiento o la emoción que no nos gusta, esto puede
conducir a desajustes de la personalidad, sino de adecuar la expresión
emocional al contexto. El objetivo es dotar de inteligencia a la vida
emocional.
Las
emociones le otorgan al trabajo un valor agregado determinando en gran medida
su éxito o fracaso. No se trata de una moda pasajera, pues se ha demostrado el
reto que representa para el ejercicio del liderazgo y como muchas de las
teorías gerenciales clásicas se centran en el modo en que cada uno se conduce y
se relaciona con quienes lo rodean. Es importante luchar por el logro de una
organización emocionalmente inteligente, de modo que en cada uno de sus
empleados resulte en beneficios que mejoren su calidad de vida.
Es
preciso utilizar todos los métodos necesarios que contacten directamente con el
interior de las personas, pues de lo contrario , difícilmente se podrá influir
en estas. Por eso, cualquier programa que pretenda incidir sobre las actitudes
y conseguir energía para el cambio y la mejora, debe contar con talleres de
inteligencia emocional.
En
una empresa con estas características, los empleados tienen como
responsabilidad aumentar su inteligencia emocional mediante el desarrollo de la
autoconciencia, el control de las emociones y la auto motivación; también
responden por el uso que hacen de la inteligencia emocional en las relaciones
con los demás, el desarrollo de técnicas de comunicación eficaces, el buen
conocimiento interpersonal y la ayuda a los demás y ayudarse a sí mismo;
además, todos se sirven de esta inteligencia para aplicar mejoras a la
organización.
La
inteligencia emocional en la organización empieza por nosotros mismos. Al usar
nuestras emociones para reforzar el rendimiento y las relaciones laborales,
estamos no sólo ante el reto de fomentar, sino de inspirar el desarrollo de la
inteligencia emocional entre los empleados de la empresa; el mensaje es claro,
las posibilidades de éxito para el individuo y la empresa son considerables y,
además, el éxito está al alcance de nuestras manos.
Algunos
aspectos a considerar en el entrenamiento de las emociones, derivados de la
teoría sobre alfabetización emocional son la identificación de sentimientos
propios y la de los demás, el control de impulsos, el reconocimiento de
situaciones problemáticas y su verbalización, la empatía, la búsqueda de
soluciones adecuadas a diferentes situaciones problemáticas, el mejoramiento de
la actitud pro social y armoniosa en el trabajo en grupo y el mejoramiento de
la cooperación, la ayuda y la actitud de compartir.
El
proceso educativo orientado hacia el desarrollo o fortalecimiento de la
inteligencia emocional del personal ratifica el énfasis actual en la concepción
del proceso laboral también como el de aprendizaje constante, mediante el
trabajo en equipo, la identificación y solución de problemas, así como el uso
de los grupos de conocimiento en la organización, es decir, la gestión del
aprendizaje (GA) en las organizaciones y comunidades.
Las
características socio-económicas del siglo XXI (donde la tecnología constituye
una base importante) obligan en forma insoslayable a la organización como un
todo, a la administración y a los profesionales capaces; a desarrollar un
proceso educativo que procure el desarrollo integral de los recursos humanos.
El desarrollo intelectual deberá compartir su importancia, en el proceso
educativo, con otros aspectos de la persona como son el cuidado de la salud
física y mental, el desarrollo emocional, el desarrollo de la cultura
organizacional y los valores. Todo esto se enfrenta con el fin de que la
persona -y la organización como sistema formado por personas- pueda sobrevivir
y crecer en un mundo cada vez más competitivo y en condiciones de recursos
limitados.
Referencias
bibliográficas:
Calderón
Rodríguez, Ariel: Aspectos psicológicos y neurobiológicos de la inteligencia
emocional. Doctor en Medicina. 2003. Disponible en: H:\inteligencia
emocional\Aspectos psicológicos y neurobiológicos de la inteligencia emocional
- Monografias_com.htm
Educare.
Capacitación: Inteligencia Emocional. México.
Goleman
D: Inteligencia Emocional. (1995) New York: Bantam Books
Nuñez
Paula, Israel A. Profesor de la facultad de comunicación de la Universidad de
la Habana.
Orozco
E. Preguntas y respuestas sobre la inteligencia empresarial. Disponible en: http://www.nuevaempresa.cu/documentos/1preguntas.pdf.
Propuesta:
Crear espacios de
contención emocional en las diferentes áreas del GCBA, a fin de promover el
DESARROLLO DE LA CREATIVIDAD DESDE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL, con el objeto de
mejorar la Calidad de Vida de los empleados en sus lugares de trabajo, buscando
que los mismos encuentren un espacio lúdico, creativo de inspiración para que
puedan plasmar sus ideas, propuestas, proyectos de vida, un lugar de recreación
y de estimulo, para que puedan trabajar y trabajarse desde su sistema yoico y poder
desplegar actitudes y conductas positivas para su auto desarrollo en sus
lugares de trabajo, mejorando las condiciones laborales, la comunicación
interpersonal entra los mismos empleados y ante las autoridades jerárquicas de
las diferentes dependencias.-
Dispositivo: Dinámicas
de Grupo Operativo de Aprendizaje centralizada en la tarea
(Grupos de no más de 20 personas).
Tiempo: 2 horas por Grupo Operativo.
Duración: 1 vez por semana por mes.-(4
Encuentros).
Recursos Humanos: 1
Coordinador y 2 Observadores (Operadores en Psicología Social, Psicólogos
Sociales y/o profesionales afines con experiencia en Dinámicas de grupos
operativos).-
Atentamente
Carlos Ariel Montenegro
Operador en Psicología Social y
Comunicación
Consultor Psicológico
Psicólogo Social
(156)667-3220 o (011)4605-3220
P.D.: Para más detalle enviarme por mail
sus consultas, muchas gracias.-
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